Por qué se anotó Silvina Luna en Gran Hermano: “Iba a tener techo y comida”

A los 43 años, Silvina Luna falleció en el Hospital Italiano después de estar hospitalizada durante 79 días. La reconocida figura volvió a ser intubada el miércoles y el jueves por la mañana se dio a conocer que su familia había tomado la decisión de desconectarla debido a que “no había marcha atrás”. Esta noticia impactante conmovió tanto a su círculo íntimo como al mundo del entretenimiento, llevando a celebridades cercanas o que compartieron proyectos con la modelo a expresar su tristeza en las redes sociales.

La pesadilla de Silvina comenzó en 2011 cuando se cruzó con el Dr. Aníbal Lotocki, quien le realizó una cirugía que, con el tiempo, causó un desequilibrio en sus órganos debido a una intoxicación de metacrilato que ingresó a su sangre, desencadenando una condición crónica de hipercalcemia e insuficiencia renal.
Al principio, Silvina Luna tenía como objetivo establecerse en los medios de comunicación y encontró una manera viable de lograrlo al inscribirse en Gran Hermano, el conocido reality show de Sudamérica. En aquel entonces, este formato era joven y experimental, y los participantes estaban empezando a comprender su dinámica.
Silvina se mudó de Rosario a Buenos Aires a los 17 años debido a una relación conflictiva con sus padres. Su primer paso fue encontrar un lugar donde vivir, y una vez instalada, asistió a un casting donde presentó una carta para convencer a los reclutadores: “Mi vida es una lucha constante, pero casi siempre logro lo que me propongo”, escribió a mano. En la sección de “intereses”, subrayó: “Quiero ser feliz y trabajar en el medio”.
En su búsqueda por cumplir su sueño, Silvina enfrentó muchas adversidades que la fortalecieron. Tuvo experiencias laborales en Estados Unidos, trabajando en un restaurante, y también trabajó como modelo en una agencia de publicidad antes de tener la gran oportunidad de aparecer en televisión.
“No sabía qué hacer y me inscribí. Si entraba, al menos tendría techo y comida por unos meses”, explicó más tarde, al relatar las dificultades que enfrentó en los años 90, en medio de la crisis económica del país, para mantenerse por sí misma y entrar en un mundo donde las oportunidades eran limitadas.

En aquel momento, tenía una relación con Juan Pablo, a quien describió como su “primer y único novio”, y fue seleccionada para unirse a Gran Hermano en el último momento. Resulta que la lista de participantes ya estaba completa, pero Silvina impresionó a los productores con su encanto, especialmente a Marcos Gorban, productor ejecutivo del programa.
“Ella era la última de miles. La conocimos, la entrevistamos y nos pareció fascinante. Fue la última y terminó entrando en la casa”, recordó Gorban en retrospectiva, demostrando que el perfil de Silvina se ajustaba perfectamente a lo que buscaban en los castings.
Una vez en competencia, se presentó al público, que mediante sus votos decidía quién continuaba y quién era eliminado en el juego. “Me la juego por lo que quiero y por mis objetivos hasta el final. Soy sensible, cariñosa, muy directa, caprichosa, testaruda. Tengo un carácter fuerte cuando me enojo, soy compañera, sincera, leal. Confío, creo y escucho hasta que me demuestren lo contrario”, declaró.

Con su carisma y encanto especial, Silvina atravesó varias galas hasta ser la séptima eliminada. Sin embargo, la vida le brindó una segunda oportunidad en el repechaje, donde fue seleccionada nuevamente por el público. Finalmente, su desempeño la llevó a quedar en segundo lugar, detrás del ganador Roberto Parra. Esta edición la dio a conocer y se convirtió en el trampolín hacia la fama, el único objetivo que tenía al mudarse a Buenos Aires.